La escultura “Esculptura Pepita" de Elena Orehova no es simplemente una creación de metal noble, es la encarnación de la singularidad y autenticidad del alma humana. El oro simboliza la importancia de cada uno de nosotros, recordándonos que el recurso más valioso somos nosotros mismos: nuestra individualidad, nuestro "yo".
El autor enfatiza que nuestra alma lleva una impronta única, un código único que no está sujeto a copia o repetición. No es necesario cumplir con las expectativas, no es necesario demostrar nuestro valor, ya que desde el momento de nuestro nacimiento en esta tierra ya somos merecedores de lo mejor.
" Esculptura Pepita" nos insta a renunciar a la búsqueda de aprobación social y brillo externo, y a comprender que todo lo valioso ya está dentro de nosotros. En cada uno de nosotros hay nuestro propio oro, que es imposible valorar materialmente. Esta obra es un recordatorio de que el verdadero valor de una persona es su esencia, no su capa externa "dorada".