"Mesa dual", una escultura que muestra la dualidad y la complejidad del alma humana. En cada uno de nosotros están presentes elementos masculinos y femeninos, fusionándose armoniosamente en un todo único y recordando el antiguo símbolo del yin y el yang, donde el negro y el blanco coexisten en equilibrio e interdependencia.
Esta escultura subraya que las polaridades no solo coexisten, sino que se necesitan mutuamente. Elena Orejova, a través de su obra, nos dice que en la vida hay espacio tanto para la luz como para la sombra, y que es importante aceptar todo el espectro de nuestro ser. Ella nos invita a aceptar y comprender que los pensamientos pueden ser diversos, incluyendo los negativos, y que tenemos pleno derecho a experimentar todo el rango de emociones.
La escultura nos recuerda que no estamos obligados a ajustarnos a las expectativas de los demás: "No soy solo bueno, no necesito cumplir con las normas establecidas. Soy diverso y multifacético". Tenemos derecho a ser nosotros mismos, con todas nuestras cualidades y matices de personalidad. Y si a alguien no le gusta, significa que su camino está en otra dirección. "Blanco y negro" es un llamado a aceptarnos a nosotros mismos en toda la diversidad de nuestra esencia y a mantenernos fieles a nosotros mismos.