Las experiencias de vida de John Franzen han construido un mundo en sí mismo, donde surgen varios temas como esenciales tanto para su vida como para su arte.

Franzen se compara a sí mismo con un científico, un chamán y un sacerdote; su papel y responsabilidad como artista es investigar los principios rectores del universo. En este proceso, se enfoca principalmente en la naturaleza de la oscuridad, la nada, la destrucción y la creación. El objetivo de la investigación de Franzen es construir una cosmología, una interpretación coherente de los mecanismos del universo.

Para lograrlo, Franzen experimenta con diferentes métodos artísticos. Comienza con el uso de papel y el color blanco para explorar lo que él considera el "comienzo". Luego, investiga la línea utilizando tinta, grafito o sangre. La creación de la línea es el método que forma el plano del universo. La esencia de este proyecto es Una Línea, un solo trazo, un mero movimiento, que pretende encarnar la esencia de toda la creación. Cada acto posterior es simplemente una repetición del primero. El análisis de la línea y la nada ha llevado a Franzen a transformar el acto de dibujar en un proceso de meditación, una conversación entre el medio y el artista.

Esta conexión transforma el valor visual de su proyecto artístico en un acto performativo y un ritual personal, que sirve para responder tanto a las preguntas internas de Franzen como a sus investigaciones cosmológicas.

Otro elemento esencial de la antropología filosófica de Franzen es la percepción narcisista de todos los seres humanos. Este tema, junto con la importancia de la destrucción y la deconstrucción, lleva su acto performativo a un nivel diferente con su último proyecto. Este proyecto consiste en el uso de grandes paneles reflectantes de titanio, que daña utilizando varios instrumentos. Franzen pretende destruir para sanar tanto su espíritu como el del espectador. Su objetivo es "destruir" el reflejo narcisista del espectador en la hoja de metal. Franzen considera que los espectadores, así como el mercado del arte, no son más que el centro de su propio espacio y tiempo. Cada pieza que Franzen crea siempre implica tanto una experimentación metodológica como un ritual. La primera puede ayudarle a crear la cosmología, mientras que la segunda puede sanar su alma.