En los últimos dos años, mi obra ha evolucionado hacia un enfoque basado en el automatismo. En este proceso, las formas emergen espontáneamente de manchas y líneas no controladas, mientras que el trabajo técnico y compositivo define y selecciona aquellas que considero significativas y que resuenan profundamente en mi interior, marcando el camino a seguir.
A medida que la obra toma forma, descubro los temas subyacentes que, aunque presentes en mí, permanecían en un nivel inconsciente. De este modo, el automatismo se convierte en un tránsito liberador y creativo, donde una estructura casual y lúdica da lugar a formas que construyen la obra. Estas formas se desarrollan en un lenguaje que combina lo figurativo y lo abstracto, en un juego que refleja un surrealismo profundamente personal.
El uso de luces y sombras crea una atmósfera introspectiva, invitando a la reflexión y al autodescubrimiento. La obra se presenta como un puente hacia emociones profundas, resonando en el espacio que habita y llenándolo de energía y misterio. Observarla es una invitación a sumergirse en un universo de meditación.